martes, 8 de febrero de 2011

El mejor desayuno que podía tener, sus besos.

Eran las diez en punto. Mis ojos acababan de abrirse después de un largo y profundo sueño. Palpé la sábana y toqué su cuerpo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Alzé la vista para encontrarme con la persona que adornaba cada noche, la persona que hacía que cada extremidad de mi cuerpo temblase cuando estaba cerca suya, la única persona con la capacidad de llenar mis días y hacer de cada uno de ellos algo único e irrepetible. Lo miré. Dormía dulcemente, parecía un niño. Acaricié su rostro suavemente y me levanté sin hacer ruido.
El reloj de la cocina marcaba las diez y media cuando salí de la ducha. No podía evitar sonreir cuando miraba el reloj con forma de gato que Kyle me había regalado. Era precioso y dulce, muy dulce y tierno. Sin duda la mejor forma de contar cada segundo de mi vida.
Saqué la bandeja mas grande que tenía y empecé a preparar los brownies que a él tanto le gustaban. Mientras se hacían en el horno, exprimí unas cuantas naranjas y las convertí en la bebida, que según él, era la mejor para empezar el día. ¡Nada como un zumo de naranja 100% natural! decía. Preparé una mesa repleta de todo tipo de dulces, desde croissants hasta ensaimadas. No olvidé los buñuelos, ni tampoco las tortitas.Los brownies empezaban a desprender su embriagador aroma. Saqué los platos que tenía reservados para las ocasiones especiales y coloqué la mesa detalladamente, sin olvidar el jarrón de rosas rojas.
Empecé a lavar las bandejas que había usado cuando alguien agarró mi cintura por atrás y besó mi cuello con ternura.
-¿Qué celebramos?-preguntó susurrandome al oido.
-Que tú conviertes cada día en el mejor de mi vida, por ejemplo.
Me giré, sonreí y lo miré a los ojos. Giró la cara y sonrió seductoramente. Era uno de esos gestos suyos que hacían palpitar mi pequeña bomba sanguínea. Sus ojos brillaban, tal vez era emoción o el hambre que sentía.
-¿Que te parece si te sientas y te sirvo tu dosis de energía?
-Mejor te ayudo a poner la mesa, no quiero desyunar solo.
Asentí. Sabía que no conseguiría nada llevandole la contraria. Mientras yo preparé los últimos detalles, él jugaba con mi pelo y lanzaba suspiros en mi oído.
-¿Así es como pretendías poner la mesa?
-No. Así es como pretendo quererte hoy más que ayer, pero menos que mañana.
Me levantó dandome una vuelta, haciéndome sentir una de esas princesas que viven en su burbuja rosa. Sonreí y le besé con toda la fuerza que tenía en el cuerpo.
Nos sentamos. Verlo disfrutar del desayuno era uno de esos placeres cotidianos que a mi tanto me gustaba disfrutar.
-¿Pretendes hacerme engordar?-pregunté mirando el croissant que él acercaba a mis labios.
-No estás comiendo nada, ya te dije que no me gusta comer solo.
Cogí una ensaimada y le pegué un mordisco. Sonreí y lo miré.
-¿Contento?
-Feliz.
Disfrutamos del desyuno bromeando y riendo, como siempre. Me gustaba verlo reir y hablar con tanta energia y naturalidad. Era la persona más autentica y original que había conocido jamás.


With all my love! xx

3 comentarios:

  1. jajajaja! Hombre, hay algunas cosas un poco cursis... jajajaja!! pero bueno... está muy bien :D joooobar alguien está muy contenta se puede palpar por lo que escribes! =P
    un besito!

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  2. Una entrada tan dulce como tu blog. Un blog que encontré por casualidad y que desde hoy mismo sigo. Encantada de haberte encontrado. :)♥

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